Amores perros de Alejandro González Iñárritu (2000)
Creo que esta película sólo la he visto dos veces, en el cine y ahora. Aunque tengo la impresión de que muchas veces más la he visto en pedazos, quién sabe...
Considero que de verdad tiene el mérito de marcar un punto de partida (desperdiciado desde mi punto de vista) en la historia del cine nacional. Como que antes de Amores perros no había aparecido nada sobresaliente, salvo, como sucede, algunas excepciones. Sin embargo, tampoco después de ella se realizó cine de tan buena calidad, por eso considero que se desperdició el desarrollo cinematográfico conseguido por Iñárritu.
Ahora, las razones por las que creo que es una buena pelícua son: en primer lugar, por la forma en la que está narrada. Aunque no es la primera vez que se ve en el cine una historia contada de manera no lineal y en la que todas las historias se terminan entrelazando, el director supo utilizar el recurso al no enredar demasiado la historia que es lo que comunmente pasa; en segundo lugar, consigue transmitir ese sansación de cotidianeidad que logra engancharte con la historia, a pesar de ser realidades con las que seguramente no tenemos contacto; finalmente, está bien dirigida, tiene buena fotografía, el diseño de producción es bueno (lo que consigue una reproducción fiel de lo que es vivir en el D.F., por ejemplo), la música original y el soudtrack son buenos también.
La película está fraccionada en tres historias que en algún punto todas se unen. Pero creo que hubiera sido mejor película, o al menos a mi me hubiera gustado aún más, sin la segunda historia, la de la modelo necia y molesta. Es la historia más lenta y más de flojera que se pudieron haber imaginado, aunque, eso sí, resulta elocuente para dar cuenta de los grandes sacrificios que la gente hace por amor (y ese es el argumento principal de la película). En este caso un tipo cuarentón-cincuentón, deja a su esposa por una modelo española (¿o argentina?) con cuya relación resulta un desastre. Siendo el fulano este rebajado a vil mandilón de una mujer egoísta, terca, y por si fuera poco, superficial y frívola.
Ahora, otra cosa que me llamó mucho la atención, y puede que sólo sea producto de mi imaginación, fue el personaje de Emilio Echevarría, El chivo. Cuyo caracterización es una alegoría a Karl Marx y el modelo teórico que formuló. El chivo, es un exguerrillero que dejó a su familia justamente por unirse a un movimiento insurgente y que ahora de regreso, por ser perseguido como criminal (eso no lo dicen pero se infiere por el perfil del personaje) no le queda más que la indegencia como forma de vida, aunque de vez en vez realiza trabajos sucios para un judicial corrupto, de donde saca dinero.
En fin, una buena película que pudo haber logrado mucho para la cinematografía mexicana pero que se quedó en eso, una excelente promesa. Y no lo digo porque González Iñárritu tuviera que tomar el papel de director absoluto del cine mexicano, pero con su película logró que el mundo voltera a ver lo que se estaba haciendo aquí. En pocas palabras, le abrío las puertas del cine internacional, y la gran oportunidad se desperdicio a lo grande.
Considero que de verdad tiene el mérito de marcar un punto de partida (desperdiciado desde mi punto de vista) en la historia del cine nacional. Como que antes de Amores perros no había aparecido nada sobresaliente, salvo, como sucede, algunas excepciones. Sin embargo, tampoco después de ella se realizó cine de tan buena calidad, por eso considero que se desperdició el desarrollo cinematográfico conseguido por Iñárritu.
Ahora, las razones por las que creo que es una buena pelícua son: en primer lugar, por la forma en la que está narrada. Aunque no es la primera vez que se ve en el cine una historia contada de manera no lineal y en la que todas las historias se terminan entrelazando, el director supo utilizar el recurso al no enredar demasiado la historia que es lo que comunmente pasa; en segundo lugar, consigue transmitir ese sansación de cotidianeidad que logra engancharte con la historia, a pesar de ser realidades con las que seguramente no tenemos contacto; finalmente, está bien dirigida, tiene buena fotografía, el diseño de producción es bueno (lo que consigue una reproducción fiel de lo que es vivir en el D.F., por ejemplo), la música original y el soudtrack son buenos también.
La película está fraccionada en tres historias que en algún punto todas se unen. Pero creo que hubiera sido mejor película, o al menos a mi me hubiera gustado aún más, sin la segunda historia, la de la modelo necia y molesta. Es la historia más lenta y más de flojera que se pudieron haber imaginado, aunque, eso sí, resulta elocuente para dar cuenta de los grandes sacrificios que la gente hace por amor (y ese es el argumento principal de la película). En este caso un tipo cuarentón-cincuentón, deja a su esposa por una modelo española (¿o argentina?) con cuya relación resulta un desastre. Siendo el fulano este rebajado a vil mandilón de una mujer egoísta, terca, y por si fuera poco, superficial y frívola.
Ahora, otra cosa que me llamó mucho la atención, y puede que sólo sea producto de mi imaginación, fue el personaje de Emilio Echevarría, El chivo. Cuyo caracterización es una alegoría a Karl Marx y el modelo teórico que formuló. El chivo, es un exguerrillero que dejó a su familia justamente por unirse a un movimiento insurgente y que ahora de regreso, por ser perseguido como criminal (eso no lo dicen pero se infiere por el perfil del personaje) no le queda más que la indegencia como forma de vida, aunque de vez en vez realiza trabajos sucios para un judicial corrupto, de donde saca dinero.
En fin, una buena película que pudo haber logrado mucho para la cinematografía mexicana pero que se quedó en eso, una excelente promesa. Y no lo digo porque González Iñárritu tuviera que tomar el papel de director absoluto del cine mexicano, pero con su película logró que el mundo voltera a ver lo que se estaba haciendo aquí. En pocas palabras, le abrío las puertas del cine internacional, y la gran oportunidad se desperdicio a lo grande.