Episode III: The revenge of the Sith de George Lucas (2005)
Todo mundo sabe de qué se trata y qué va a pasar al final. Muchos podrían tildarla de aburrida por lo mismo. Pero justamente alli yace su atractivo. Todas las personas que hemos sido cautivadas por esta saga intergaláctica sabemos como termina ésta historia, al menos lo que esta cinematográficamente expuesto, pero una cosa es saber qué es lo que pasa y otra cosa es ver cómo pasa.
Ver a los grandes Maestros Jedi luchando por sobrevivir a las ambiciones despóticas de los Sith es algo dificilmente comparable. Dar cuenta de las relaciones que se guardaban entre uno y otro, las enseñanzas que pasaron de uno a otro también es sumamente atractivo.
Además, dejando de lado todo lo asombroso de la historia, es impresionante ver que lo que se aprecia en pantalla, políticamente hablando, es aplicable al acontecer acutal. Quien dice que George Bush no tiene la intención de reelegirse por un periodo más (contradiciendo así el derecho consuetudinario que impera sobre los procesos políticos norteamericanos) y de esta manera otorgarse poderes extraordinarios para convertir la democracia (en el sentido moderno del término) más antigua en un gorbierno despótico.
No es (obviamente) la primera vez que veo esta pelícual pero ayer no tenía nada que hacer y me permití darme el gusto de ver una de mis películas favoritas del año pasado (o antepasado). El tiempo pasa y es facilmente confundible.
